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Con motivo de las Jornadas de Ciencias Sociales y Humanidades Digitales celebradas en la Universidad de Granada los días 16 y 17 de diciembre de 2013 pedimos a todos los participantes en las mesas redondas que contestaran una serie de preguntas. Vamos a ir publicando todos los testimonios en forma de artículos en la web. Empezamos con Vicente Luis Mora, quien además de participar en la mesa redonda sobre el “El intelectual y los medios digitales en nuestro tiempo” fue uno de los ponentes con una conferencia titulada “Lectoespectadores y Humanidades Digitales” (resumen por Fernando Trujillo).

Entrevista 

1) Perfil personal incluyendo referencia a la visión propia del tema y a los proyectos que se desarrollan.

Vicente Luis Mora (Córdoba, España, 1970), Doctor en Literatura Española Contemporánea, con Premio Extraordinario de Doctorado. Mis campos de investigación actuales son: 1. Literatura española contemporánea. 2. Literatura y tecnología. 3. Nuevas formas de lectura y escritura (redes sociales, transmedia). 4. Tiempo y espacio en la globalización cultural. Trabajo las Humanidades Digitales desde 1995, aproximadamente, desde una perspectiva interdisciplinar. Mi libro Pangea (2006) hacía un acercamiento a los fenómenos de Internet y las primeras formas de la red 2.0 desde perspectivas literaria, jurídica, psicológica, económica, sociológica, artística y tecnológica. Creo que el futuro de la cultura tendrá cada vez más en cuenta lo digital y es necesario estudiar cautelosamente sus pros y sus contras.

2) ¿Puede el humanista y el intelectual del siglo XXI desarrollar su labor de aprendizaje y reflexión ajeno a los medios digitales? ¿Y desarrollar su faceta pública?

Sí puede, y existen ejemplos claros de ello: escritores como Juan Goytisolo o el portugués António Lobo Antunes ocupan un lugar claro en la cultura de sus respectivos países sin haber llegado a redactar sus novelas ni siquiera en máquina de escribir; ambos siguen manuscribiendo. Otros autores, como Don DeLillo o Javier Marías, utilizan máquinas de escribir pero evitan Internet. Hay un tercer sector de intelectuales que, a pesar de tener cierta edad, dieron el paso a los ordenadores sin aparente problema. Y un cuarto, al que pertenezco, que utiliza teclados y terminales electrónicos desde que aparecieron a precios populares en los años 80 del pasado siglo. Son cuatro modelos de comportamiento, y desde los cuatro se puede desarrollar la tarea pública de la intelectualidad. El problema viene cuando autores que, a mi juicio, no tienen demasiada experiencia en los medios digitales ni se han molestado en ahondar sus posibilidades, vienen a criticar y denostar realidades completas que desconocen, centrándose en todos los defectos (que los hay, por supuesto), pero olvidando por completo, de forma sistemática, sus virtudes o potencialidades (que, por supuesto, tienen). Alguno de ellos ha dado lugar a anécdotas como dictar un tuit a su hija después de la concesión de un premio. En este caso creo que se produce la misma falta de rigor intelectual y de prudencia que cuando cualquier experto invade con vehemencia conceptos que están fuera de su campo habitual de análisis.

3) Sugiero algunas preguntas para el debate: ¿Apocalípticos o integrados? ¿Banalización de la cultura? ¿Democratización del acceso a los medios de conocimiento?

No conozco muchos integrados, pero sí bastantes apocalípticos. De todas formas, como expongo en un ensayo que saldrá próximamente, la actitud apocalíptica ante cada nueva forma cultural se remonta a todas las formas de cultura. A lo largo de la historia hemos escuchado –y recogido para el archivo– quebrantos por la aparición de la escritura, por la aparición del códice, por la aparición de la imprenta, del cine, de la radio, de la televisión. Son los mismos pesimistas cansinos de siempre, que reaccionan de forma violenta ante cualquier novedad, sea positiva, negativa o con claroscuros. Los muy integrados despiertan mis recelos, porque olvidan que las actuales tecnologías tienen numerosos puntos oscuros: sostenibilidad ecológica, control de los ciudadanos, brechas sociales, presiones económicas de las grandes corporaciones, opacidades, etcétera. La banalización de la cultura no me interesa, me interesa la canalización de la misma. El modo en que cierta información de interés queda apartada, de modo inmediato, de los medios influyentes. El silencio provocado por la dictadura económica, que es terrorífica porque es legal, amparada por nuestras economías de mercado. Respecto a la banalización, es un problema que no puede atenderse en términos generales, sino caso por caso. Cada quien define a su antojo lo que es banal y lo que no, dependiendo de sus intereses personales respecto a la canonización de ciertos contenidos. La “democratización” es un problema muy peliagudo y espinoso, tan trascendente y con tantos pliegues y recovecos que requeriría mucho tiempo y mucho espacio abordarlo. Me limito, sin embargo, a recoger la opinión que, en 1997, tenía el profesor Olu Oguibe (ya recogida en Pangea), y a preguntarme si 16 años después las cosas han cambiado mucho: “Una tecnología democrática que queda fuera del alcance de la mayoría es meramente virtual e irreal, y, después de todo, parece que la cibercultura no es la democracia que pretendemos y defendemos, sino una aristocracia de ubicación y disponibilidad/disposición”.

4) ¿Qué papel juegan los medios de comunicación de masas (la prensa, la radio, la televisión) en este entorno?

Volvemos a McLuhan para entender este contexto. Bueno, Internet también es un medio de comunicación de masas ahora. Las antiguas ideas de McLuhan de que somos lo que vemos y de que formamos nuestras herramientas, para que ellas luego nos formen a nosotros, siguen vigentes. La primera idea explica lo que he denominado nuestra conversión en lectoespectadores. La segunda es la base de la red 2.0 y la mejor definición de las redes sociales. Los medios de masas siguen teniendo un papel importante, pero el mayor cambio es la bidireccionalidad, la posibilidad de los internautas de convertirse, ellos mismos, en medios de comunicación de masas, como esos tuiteros con un millón de seguidores o quienes crean canales de YouTube con mucha audiencia, partiendo de la nada y sin invertir un euro en publicidad. Estos fenómenos son completamente nuevos aunque, de momento, creo que tampoco han supuesto un avance importante en ningún sentido. Supongo que simplemente abren puertas a algo que vendrá después, espero que positivo, y que aún no vemos.

5) Propuestas para desarrollar en la Universidad de Granada y en el proyecto GrinUGR en este tema.

Elaborar un argumentario, de corte metodológico, administrativo y jurídico, para eliminar las barreras legales que impiden, a día de hoy, profundizar en las Humanidades Digitales: remover los obstáculos reglamentarios para la colaboración entre departamentos, facultades y universidades, reestructurar el proceso de certificación y homologación de méritos para que la colaboración entre profesores universitarios no sea penalizada, etcétera.

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